La tomografía computarizada (TC), antes conocida como tomografía axial computarizada (o TACO, término que ya no se utiliza porque actualmente se pueden obtener imágenes en todos los planos) es un procedimiento de exploración radiológica basada en los rayos X.

Funciona colocando el paciente en un gran anillo. Este anillo contiene un tubo de rayos X y, directamente ante él (al otro lado de la cabeza del sujeto), hay un detector de este tipo de rayos. El conjunto de rayos X pasa a través de la zona a explorar del paciente, y el detector mide la cantidad de radiactividad que lo atraviesa. Podríamos decir que es una radiografía de una fina capa obtenida después de cortar un objeto. El ordenador recibe la información y traza un dibujo bidimensional de una sección horizontal. El sujeto se mueve entonces hacia arriba o abajo y obtiene un registro de otra sección de la misma zona. Finalmente el software del ordenador puede construir imágenes de otros cortes, e incluso tridimensionales (3D).

La TC se utiliza en el diagnóstico de diferentes patologías:

Tumores (benignos y malignos).

Infartos.

Además a nivel del cerebro:

Hidrocefalia.


Enfermedades degenerativas, como la esclerosis múltiple.

Entre las ventajas de la TC se encuentra que es una prueba rápida de realizar, que ofrece nitidez de imágenes que aún no se han superado con la resonancia magnética nuclear para la visualización de ganglios, huesos, etc. Permite a diferencia de la RMN realizar imágenes a pacientes portadores de cuerpos metálicos (prótesis, material de osteosíntesis).

Entre sus inconvenientes se cita que la mayoría a veces es necesario el uso de contraste intravenoso y que al utilizar rayos X, se reciben dosis de radiación ionizante, que a veces no son saludables.